jueves, 18 de julio de 2013

VIDA DE PERROS

En la India hay un pequeño estado llamado Jungadh, situado en el norte de Bombay. Esta provincia estuvo gobernada, a principios del siglo XX, por un excéntrico príncipe  que tenía una desmedida afición por los perros. A ellos dedicaba prácticamente todo su tiempo, y según se cuenta tenía más de 500 ejemplares de muy distintas razas.
Era tal su amor por estos animales que les construyó un edificio de apartamentos con electricidad y disponía de un buen séquito de criados para atenderlos. Incluso fue contratado un veterinario inglés para dirigir un hospital, creado exclusivamente para atender a tan peculiar corte canina.
Cuando alguno de los ejemplares fallecía. Se le brindaban todos los honores reales, y se le lloraba cual si fuera uno de los seres más queridos de la corte. El funeral era sumamente fastuoso, llevando un numeroso cortejo para conducir los restos del can hasta su última morada al son de la “Marcha Fúnebre” de Chopin.
Pero el acontecimiento más descabellado de que se tenga noticia en este reino, fue la boda de su perra Roshanara con Bobby, su labrador favorito. El enlace se celebró durante una fastuosa ceremonia a la que fueron invitados príncipes y dignatarios y cuyo cortejo nupcial estuvo formado por más de cincuenta mil personas. Ya se imaginará los preparativos que fueron necesarios para dar de comer, de beber y atender a tan numeroso contingente de invitados.
Los novios, lucieron hermosas galas. Él vestido de seda y con pulseras de oro, mientras ella, peinada y perfumada, lucía costosas joyas. Después de la despampanante fiesta, los recién casados pudieron disfrutar de su noche de bodas en un lujoso apartamento canino construido especialmente para la ocasión.
Cuántos hermanos nuestros no quisieran tener una vida de perros, por supuesto de este tipo.

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