sábado, 6 de julio de 2013

PUEDO PORQUE PUEDO!! (3)

De pronto todo pareció complicarse en mi nuevo proyecto. Pese a que compré una computadora, que según me dijo el vendedor, era la gran cosa, aún así, bajar los videos de la videocámara resultó un desastre. Y todo, según lo supe después fue por culpa de un cable. Más el precio que debía pagar apenas comenzaba.
Una vez con el video listo en la PC, me di a la tarea de probar mi nuevo editor de videos recién instalado. Creía que los tutoriales del YouTube me habían solucionado todo, pero no fue así; el programa apareció ante mí como un monstruo de mil cabezas y no sabía ni por donde comenzar.
Puse el video en la Línea del tiempo y mi corazón se agitaba más de la cuenta; era una extraña mezcla de emoción y nerviosismo. Un momento agridulce que prometía nuevos dolores de cabeza. Y así fue. No pude eliminar el chroma. Lo intenté de un modo, de otro y de otro. Subía los ajustes y los bajaba. Más pese a todos mis esfuerzos, los resultados siempre fueron de lo peor.
Intenté serenarme, pensar las cosas con calma y buscar una buena solución. Salí a caminar un poco, y eso me hizo sentirme mejor, más al regresar a la computadora volvió el estrés a pegarme duro. El chroma no cedió y todos mis resultados fueron un autentico desastre.
Repasé los tutoriales una y otra vez y entonces me di cuenta que había cometido un grave error: había permitido que las sombras se proyectaran sobre la pantalla verde y para colmo de males, los reflectores estaban pésimamente colocados.
Le hablé a uno de mis amigos que trabaja videos y después a otro y luego a otro, pero nadie sabía como enfrentar un chroma. Al final me acorde de otro gran amigo que es Licenciado en Ciencias Audiovisuales. Le explique mi situación y me pidió que le enviara una muestra del video. Poco mas tarde me llamó para decirme: "Mi estimado Domi, lamento decirte que todas las estupideces que se pueden cometer al filmar con un chroma, todas, las cometiste tú".
Aquellas fueron sus primeras palabras y quizás las únicas que escuche con atención, ya que en ese momento sentí que me hundía en la depresión.
El problema no era tan sencillo. Mi amigo me recomendaba que filmara todo de nuevo y me quitara de problemas, porque jamás podría arreglar un video así. Pero yo no podía acatar su recomendación. La empresa le había pagado a los chicos que cantaron ante mi cámara para hacer el tutorial, y una vez terminado su trabajo, si les llamaba de nuevo, había que volver a pagarles esa sesión. Aunque lo peor para mí era el ir con mi amigo, el empresario y confesarle que me había equivocado en todo y que mi trabajo era una verdadera porquería.
Quizás hubiera sido bueno hacerlo, de perdida hubiera ganado en humildad, que buena falta me ha hecho siempre, pero quizás por orgullo o quizás porque jamás me rindo ante nada, volví a la computadora y continué con la lucha. Lo peor de todo es cuando tienes un problema así y ni siquiera sabes manejar las herramientas a tu alcance para resolverlo.
He dado infinidad de cursos motivacionales desde hace más de 20 años y siempre les he dicho a los jóvenes participantes: "NO TE RINDAS!!!, PASE LO QUE PASE, JAMÁS TE RINDAS!!!". Y ahora mis propias palabras llegaban como un eco rebotando en las paredes del tiempo. No debía rendirme. Tenía que resolver el problema a como diera lugar. Y estaba dispuesto a pagar el precio, aunque esto no era cuestión de dinero.
Poco tiempo después llegué ante Don Jaime y le entregué el video. Y como no podía esperar más para saber su opinión sobre mi trabajo, llevé todo en una USB y le mostré los videos en mi lap.
Don Jaime se mantuvo callado mientras los veía. Su mano izquierda sobre la boca parecía contener cualquier palabra que pretendiera escapar antes de tiempo. Mientras, yo sudaba frio. El momento me pareció eterno, aunque la verdad no vio mas que un poco de cada uno de los videos. Y al final levantó los ojos, quitó su mano de la boca y sonriendo me dijo: "Está mucho mejor de lo que pensaba. Te felicito."
Le tendí la mano y me despedí apresuradamente. Quiso extenderme el cheque de pago, pero le dije que luego volvía. La verdad no podía más con todo lo que sentía. Cuando salí de ahí, bajando las escaleras, sentí que mis ojos se llenaban de lágrimas. Pero estaba feliz. Lo había logrado de nuevo. Una vez más me demostraba a mí mismo que puedo hacer todo lo que me venga en gana. El único requisito es... PAGAR EL PRECIO!!!.

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